lunes, 25 de mayo de 2015

Las expectativas de la sociedad

Soy una persona que ante ciertas escenas de terror o violencia en el cine tiene que cerrar los ojos y taparse los oídos. No es un trauma, es algo de mi personalidad. No es que no disfrute la película. De hecho me gusta, aunque me gustaría más teniendo a alguien a mi lado para abrazarme en esos momentos.

Lo del coche tampoco es un trauma, no es que el accidente me vaya a impedir conducir. No quiero hacerlo por que desde siempre esa fue mi decisión, pero si alguien me lo pide lo haré y no tendré problema. Simplemente dejaré claro que no acepto que sea "para no perder la costumbre". Lo haré por que sea necesario o por que otra persona lo quiera, pero no por que yo lo necesite o deba de hacer.

Pero quería contar lo que sucedió. Para muchas personas sería solo un golpe sin importancia, que a penas les daría algo de rabia por el coste (que no pago yo). Y se que hay mucha gente que ha tenido experiencias mucho peores que estás. He aprendido a no expresar mis sentimientos cuando la sociedad no lo considera lo suficientemente importante, pero justo eso es algo que quiero rectificar, y ese es motivo suficiente para contarlo:

Fuimos a recoger otro coche, y a la vuelta conduje yo este, siguiendo al que acabábamos de recoger. No es la primera vez que lo hacemos. Siempre tengo miedo a quedarme atrás, a que alguien se meta por en medio y que se me vuelva demasiado complicado. Así que trataba de no dejar hueco. En cierto momento me di cuenta de que iba a 60 Km por hora en ciudad y reduje hasta los 50. Suelo ver esta como una velocidad segura, pero no lo fue en esta ocasión.

De repente su coche se desvió. Había una persona en silla de ruedas subiendo a un coche por el lado del conductor. No tuve ningún problema en esquivarlo, pero iba demasiado rápido, no puse el intermitente ni me aseguré de que no viniese nadie en frente. Fue una maniobra peligrosa que por fortuna salió bien. Era la primera vez que veía a una persona en silla de ruedas subiéndose a un coche por el lado de la calzada. No es que no supiese que eso era posible, pero no era consciente de la cantidad de situaciones inesperadas que se pueden dar en la carretera.

Entonces me di cuenta de que el coche al que seguía había frenado en un paso de cebra. Sentí que fallaba a la hora de pisar el freno, aunque quizás simplemente no hubiese tiempo. Quizás estuviese demasiado cerca, o fuese demasiado rápido, o me hubiese despistado demasiado con los pensamientos anteriores. Le golpeé bastante fuerte por detrás. Tanto que con la inercia superó el paso de cebra y quedó en medio de la intersección, que por fortuna no era un cruce sino tan solo una vía a la derecha sin tráfico. La cosa quedó así durante unos momentos. Suficiente tiempo como para que llegase a preocuparme el que le hubiese pasado algo, pero terminó arrancando y sin más incidentes llegamos a nuestro destino.

Cuando conduces, puedes hacer daño a otras personas, además de a ti. Yo siempre he tenido miedo a eso, aunque antes no era tan consciente del motivo por el que me desagradaba conducir. No es la primera vez que pongo en peligro a otras personas. Podéis contestarme que eso es normal y que debería de evitar preocuparme. Se que para otras personas es más fácil, pero el que para otras lo sea no significa que para todos haya de serlo.

Yo llegué a tener la obligación de defender a mi país. No llegué a ir a la mili, pero entraba en la categoría de las personas de quienes se esperaba que fuesen a la guerra en caso de necesidad, y se esperaba que fuesen capaces de sobreponerse a la sensibilidad ante el tener que hacer daño o recibirlo. Se espera eso en función del sexo con el que te perciben. Pretender que pierda mi sensibilidad a hacer daño a alguien al conducir un coche no es distinto a esto.

Agradezco que haya personas valientes, fuertes, con determinación,... decirme que yo en el fondo también soy así, que yo también tengo esa fuerza interior y esa capacidad para hacer cosas no es hacerme un favor. Es negar quien soy y mi derecho a serlo. Esas personas son geniales. Yo también por ser sensible. Todos hacemos falta, no hay por que cambiarnos.

Si alguien me pide que conduzca conduciré, no hay problema. Solo que ahora diré que no es por mi, que no necesito practicar. Llevo 10 años sin que el carnet me sea útil, y solo faltan 5 para que los coches autónomos de Google estén en marcha. No se trata de conducir o no, se trata de no hacerlo tan solo por cumplir las expectativas de la sociedad.

1 comentario:

  1. solo quiero decirte que no eres el único al que le pasa esto, yo tengo el mismo problema. Odio conducir (sobre todo en ciudad) y eso se debe principalmente a que no tengo el suficiente control con el coche y temo terminar haciendo daño a alquien. Precisamente es a eso a lo que tengo miendo, ha hacer daño a otros, y no a mi propia seguridad.

    Por desgracia la situación actual de mi vida me obliga a utilizar el coche mucho más de lo que me gustaría, pero aunque lo sigo cogiendo dos o tres veces por semana estoy seguro de que nunca me terminará de gustar, al menos manejarlo en la ciudad.

    ResponderEliminar